sábado, 26 de julio de 2014

¿HASTA DONDE COMPARTIR EN INTERNET?

En esta temporada he estado escribiendo mucho en este blog, particularmente sobre mi vida personal, pues tengo planeado retomar mi diario personal de preparatoria en los próximos días.

Ha habido temporadas en las que no he escrito mucho, abandonando este blog personal durante meses. Desde hace unos días empecé a publicar, o mejor dicho a “republicar”, muchos de mis artículos que había escrito en otras páginas de internet, que ya no existen.

Decidí republicar estos artículos viejos, pues considero que en estos artículos tocaba puntos importantes, o bien exponía ideas interesantes que de otra manera se quedarían tan solo en forma de bits, almacenando telarañas virtuales, en alguno de mis viejos discos duros.

Pero principalmente, y esto fue algo que algunos de ustedes me lo habían estado pidiendo, decidí publicar en forma de posts, los textos que, a modo de diario personal, escribí durante mi época de preparatoriano. Entre los 15 y 16 años.

Algunos de ustedes ya los vieron la primera vez que publiqué algunos de ellos. En esta ocasión planeo volver a publicarlos, además de otras páginas que no publique la primera vez.

Estos textos irán acompañados de algunas imágenes para ilustrar la anécdota que se cuenta en el post. Desde luego estos escritos carecen de estilo, y en su mayoría narran aspectos y momentos un tanto vergonzosos de mi época de adolescente. Y es que ¿Quién de nosotros no tuvo una adolescencia vergonzosa?

Esto me trajo una pregunta a la cabeza. Me pregunto ¿Qué tanto de nuestra vida personal se puede, o se debe, compartir en internet? ¿Hasta que punto es sano compartir cosas personales en internet para nuestra pequeña y anónima audiencia?

En el caso de mi diario de preparatoria, no me preocupa mucho, pues las cosas que ahí narro han sucedido hace casi 15 años. No obstante, en otras ocasiones ya he compartido a través de este blog, y a través de algunos videos en mi canal de YouTube, aspectos personales de mi vida, quizás demasiado privados, quizás demasiado reveladores.

He de confesar que, en un par de ocasiones, he estado a punto de revelar cosas que segundos antes de presionar el botón “Enter” me he arrepentido, y he terminado por no hacerlo. Finalmente, en todas esas ocasiones, hice lo correcto en arrepentirme.

La pregunta permanece en mi mente: ¿Hasta dónde es prudente compartir cosas personales en internet? Quizás esto se trate de un problema de “gremios”.

En alguna ocasión una colega, que se dedica a escribir, hacer comics y cosas por el estilo, le recomendaba a sus seguidores dentro de sus redes sociales que tuvieran cuidado con lo que decían, y sobre todo con la partes de su cuerpo que compartían a través de internet. Con especial énfasis, en el caso de que fueran menores de edad.

Mi amiga, por su parte, se caracteriza en sus redes sociales por comentar sobre sus periodos de menstruación, su feminismo, además de comentarios políticamente incorrectos a modo de sarcasmo, o bien comentarios políticamente incorrectos de forma accidental.

Sin embargo ella sostenía que en su caso este comportamiento era justificado, y en la mayoría de los casos obligatorio. Pues al dedicarse a una profesión “tradicionalmente creativa”, la gente aceptaba y esperaba este tipo de comentarios y comportamiento excéntrico. Casi podría decirse que era parte de su marketing online.

Pero esto, que en el caso de un adulto desarrollado y responsable, es una herramienta, en el caso de un adolescente en pleno desarrollo de su personalidad, podría traerle serios problemas a nivel emocional.

Esto de las redes sociales puede llegar a ser complicado hasta para los adultos. Quienes me sigan desde hace tiempo recordarán el artículo que me dedico la página de “SDP Noticias”, famosa por ser la competencia directa de páginas como “The Onion”, o “el Deforma”, tan solo por hacer unas cuantas “bromitas estudiantiles” el día en que se murió Jenny Rivera.

 
 Ni aguantan nada, hombre.

 La escritora (estadounidense creo) Kierstein White suele decir que, ella toma los momentos más felices de su vida, junto con los momentos más tristes, y los guarda para ella. Lo que está en medio de estos dos extremos es lo que se permite compartir con sus lectores, a través de sus redes sociales.

Parece que esto es lo que, inconscientemente, yo he venido haciendo durante todos estos años. De hecho podría decir que esto es lo que hace todo mundo dentro del internet. Aun así, creo que es prudente el replantearme (¿replantearnos?) estas cuestiones de vez en cuando.

Al final de todo, de lo que se trata es de no terminar siendo accidentalmente el nuevo “FUAAA”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario