domingo, 6 de julio de 2014

REGRESE A MEDIA NOCHE.

¡Regresé! En lugar de disculparme, o darles excusas acerca del porque no había escrito en este humilde blog, mejor comenzaré por decirles que tengo una convicción de que, este blog personal, ha de mantenerse de esta manera. Siendo un espacio personal y de ninguna manera se convertirá en una ocupación. 

El hecho de que no reciba jamás ningún tipo de remuneración por escribir aquí, me ha ayudado mucho a mantener esta convicción, durante todo el tiempo que lo he procurado. Por lo tanto, todo perfecto.

En el momento en que cualquier cosa en la vida real, o en la vida irreal, me ofrece la oportunidad de ganarme algún peso, ni siquiera lo pienso para abandonar todas estas idioteces del internet, que nunca me llevarán a ningún lado.

Pero aquí me encuentro de nuevo, sin dinero, sin amigos y enfrente de mi computadora. Aunque en esta ocasión he regresado también al lápiz, el papel y la tinta china. En el posteo anterior pudieron ver la primer tira cómica de un personaje que desde hace mucho tiempo no dibujaba, pero que es mi creación más entrañable, pues lo inventé cuando tenía unos 7 u 8 años.

Se llama Foc, y ese monigote a los ojos de un niño de 7 años, se trata de una foca. Y obviamente se llama Foc, porque siendo foca, pero macho, no se podría llamar foca. Y en un momento en donde no estaba muy familiarizado con la cultura anglosajona, se le quedo “Foc”, para la posteridad.

Quizás algún día les contaré las historias de mis primeros años de artista de comics, incluso antes de saber que se llamaban comics.

Tengo planeado publicar la tira cómica de Foc con una periodicidad de lunes, miércoles y viernes, es decir tres veces a la semana. Ya veremos cuanto tiempo me dura la fuerza de voluntad, y sobre todo el interés (o desempleo, que para mí es más o menos lo mismo).

También como premio de consolación aquí les dejo un texto de hace mucho tiempo, año 2006 más o menos, en donde hablo a manera de prosa poética (imbécil), de una relación amorosa, de esas que vivimos todos, y que marcan nuestro paso entre adolescencia y adultez.

Se despide el Carlos actual, y se queda con ustedes el Carlos del 2006, un poco más joven y un poco, todavía más, deprimido.


Medianoche en mi mente, y en tu recuerdo.

Ha pasado mucho tiempo desde que te fuiste. Esa noche sagrada, no encuentro otra manera de describirla, cuando tu “ambiente friki” me dio mi “bendición inicial” hacia el mundo de la hombría, el mundo adulto. Qué ironía que alguien de comportamiento tan juvenil, sea la encargada de adentrar a alguien en el mundo de la madurez.

Cumpleaños, un obsequio apagado en blanco y negro, ni siquiera en sepia. Un corazón envuelto en un lazo de terciopelo hecho en Taiwán, con un mensaje corto simple y directo: “Te quiero”. En ese momento fue para mí el tesoro más preciado en todo el mundo. El día de hoy es tan solo un recuerdo borroso, que corre peligro de perderse, si no fuera porque ahora lo estoy resguardando al escribir estas líneas.

Las tiendas de “todo a un mismo precio”, han ayudado, desde que surgieron, a materializar los deseos cursis de las colegialas adolescentes y sin dinero.

Por mi oído se cuela un susurro delicado, que se encarga de accionar todos los mecanismos fisiológicos que existen dentro de mí. Serán las primeras veces que experimente estas sensaciones. Tristemente, también las recordaré como las últimas.

Las revelaciones de tu mundo corrieron entonces por mi propia sangre. Me encontraba hipersensible, cargado con simbolismos viejos. Temeroso a los símbolos nuevos que se me imponían ahora al entrar, a medias por voluntad, a medias por no tener otra opción, en el mundo de las relaciones interpersonales.

¿Dibujar mujeres? Eso es muy fácil. Estudiarlas, comprenderlas, escribir historias sobre ellas, es más fácil todavía. Lo difícil es tocarlas.

En tu boca se escuchaba interesante, incluso algo tan bobo como: “Ir a la cárcel, al hospital, o al panteón, por la persona a la que amas. ¿Qué es lo más romántico de las tres opciones?” Esta es una de las frases más estúpidas que haya escuchado dentro de una cita romántica, o por lo menos algo que intentaba serlo. Muchos años después conocería la que definitivamente es la peor frase para romper el hielo, la cual es “Oye y a ti alguna vez te han atropellado”. Pero esa es otra historia.

A mi izquierda, "contar historias, sueños, fantasías" a mi derecha, “mundo real, cuadrado y gris”. Pero en medio siempre estuviste tú.

Claro está, hasta el momento en que tuvimos que decirnos adiós. Esa es una historia que quizás nunca seré capaz de escribir. Supongo que el día en que pueda escribir al respecto, será porque soy un ser superior, capaz de las grandes proezas que siempre soñé.

Por lo pronto, esta noche he decidido ser simplemente otro ser humano que escribe.

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