lunes, 4 de agosto de 2014

¿CRISIS DE LA EDAD? NO GRACIAS, YA TENGO.

Somos el conjunto de nuestras percepciones, si estas cambian cambiamos nosotros.

“Es muy común que las personas al expresarse cariñosamente hacia alguien le deseen que sean felices, que tengan mucha felicidad en sus vidas. Yo creo que lo más adecuado sería desearles a los demás, no felicidad, sino que sus vidas tengan sentido siempre, porque eso es lo que te da la felicidad”.

Estas son unas de las primeras líneas que figuran en el diario más viejo que conservo. En el pasado algunas de las libretas que me sirvieron de diario personal fueron destruidas o simplemente desechadas a causa de diferentes crisis emocionales, de esas que todos tenemos cuando somos adolescentes o estamos locos. Yo figuraba en las dos listas.

Es muy significativo que este sea uno de mis primeros pensamientos lúcidos, y me gusta llamarles lucidos porque en ese momento tuve la suficiente lucidez como para escribirlo con el objetivo de conservarlo. Por eso y por ser un término usado frecuentemente por el director Adolfo  Aristarain en sus peliculas.

Obviamente en ese tiempo no sabía para qué, pero creo que instintivamente sabía que, algún día, tendría la distancia emocional suficiente, y el carácter necesario, para regresar sobre mis pasos y recomponer el rompecabezas caótico que fue mi adolescencia.

Resulta significativo, decía, que esta frase resalte entre los apuntes personales de mi juventud, porque esas fechas no fueron un momento bonito dentro de mi vida. Felicidad no había mucha, ni en mi vida, ni en mi familia, y el sentido de mi vida también brillaba por su ausencia.

Yo no era más que un jovencito con mucha ambición y poco carácter, la vida se encargó de quitarme la ambición. Afortunadamente en el intervalo aprovecé para hacerme con un poco de carácter. Si, lo acepto, no he vivido la mejor de las vidas, ni he tomado las mejores decisiones, pero después de todo ¿Quien en este mundo lo ha hecho?

Where is my mind? – Pixies.

Recuerdo cuando escuche esa canción por primera vez. Fue en la escena final de “The Fight Club” con los dos protagonistas tomados de la mano, mientras presenciaban como se destruía gran parte de la ciudad delante de ellos (SPOILER).

Esto para mí es un simbolismo no solo del estado mental de ambos, sino de la sociedad actual, consumista, capitalista, que quiere dejar de serlo, pero al mismo tiempo no puede, y no está dispuesto a abandonar ciertas cosas que nos brinda el sistema. Conflicto interno, con autodestrucción y destrucción del entorno…

Si, definitivamente va conmigo.

En recientes fechas también he tenido que detenerme y preguntarme ¿En donde esta mi mente? En otros momentos de mi vida esta pregunta habría sido sencilla, pero en estos momentos no sé ni siquiera quien es la persona que está escribiendo estas líneas. ¿Soy realmente yo? ¿O tan solo soy el que me gustaría que escribiera estas líneas?

Existen momentos en la vida de cualquier persona, en los que la vida misma, la mente, el inconsciente, el destino, o “yo que demonios sé”, te obligan a detenerte y a replantearte todas tus acciones. Uno de estos momentos me pasó y de hecho me sigue pasando, desde hace unos meses.

Durante estos episodios lo que sucede es que te replanteas todo lo que has hecho hasta hoy, las creencias o motivaciones que te han llevado a hacer todo lo que has hecho con tu vida, y hasta tu forma actual de proceder y la validez de la misma.

Esto no es nada nuevo, no soy la primera persona a la que le pasa, y seguramente no será la última vez que me pase, a menos que yo muera dentro de poco tiempo, claro está.

Me he dado cuenta de que esta clase de “episodios de replanteamiento de uno mismo” (así me he permitido bautizarlos, solo para ustedes y solamente por hoy) tienen su utilidad. En el mundo hacen falta revoluciones y levantamientos armados, para que las sociedades avancen, crezcan o se destruyan (no necesariamente en ese orden).

En nuestro mundo interior también se necesita de vez en cuando una sacudida de emociones, aunque sea para quitar las telarañas de vez en cuando. Por lo tanto llego a la conclusión de que las crisis existenciales, las cuales en ocasiones tememos, podrían llegar a ser hasta cierto punto deseables.

Is there life on Mars? – David Bowie.

En la serie europea “Life on Mars” el protagonista despierta en un mundo que no es el suyo, después de haber sufrido un trauma físico que lo deja al borde de la muerte, y a lo largo de la misma tiene que descubrir poco a poco que es lo que le está sucediendo y porque se encuentra en ese lugar, trata de encontrar la razón por la cual se encuentra en ese nuevo entorno, e incluso considera la posibilidad de que no exista razón alguna.

Pareciera que nuestra mente reaccionara de la misma forma ante ciertas situaciones o circunstancias que enfrentamos y enfrentaremos en nuestras vidas. ¿Acaso el autor hacia una metáfora de la consciencia humana a la hora de concebir la serie? Recuerdo también la película “Limitless” protagonizada por Jeff Bridges en la que después de un accidente no sabe si está vivo o está muerto y de hecho ni siquiera le importa.

Hay temporadas en nuestras vidas en las que no sabemos si estamos vivos o estamos muertos, e igualmente tampoco nos importa.

Al final de la película “Limitless” Jeff Bridges logra volver en sí gracias a otra experiencia limite. Al final de la serie “Life on Mars” el protagonista también alcanza la redención gracias a su correspondiente anagnórisis que no puede faltar al final de cualquier serie dramática que se precie de serlo.

Así que en lo personal me sentaré a esperar mi próxima “iluminación trascendental personal”, aunque ya perdí la cuenta de cuantas de esas llevo en esta vida, no pierdo la esperanza de que la que sigue sea la definitiva.

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